Le dijeron que su vida cambiaría, que todo sería mucho más difícil, que no tenía idea de cuánta responsabilidad cargaría sobre ella, que había "quemado" una etapa muy importante y que ya no había vuelta atrás. Alentador diagnóstico. Con miedo, algo de arrepentimiento y soledad guardó aquella sentencia en una carpeta de su mente y allí la dejó archivada. Con increíble valor y un par de lágrimas, respiró y dejó todo en manos de Dios. Las palabras de reproche y las miradas fulminantes intentaron juzgar y castigar un hecho por el que nadie ha ido preso nunca: traer una vida al mundo. Quizás no fue el mejor momento pero... ¿quién sabe cuál es el mejor momento después de todo? Pasó así y a pesar del 'qué dirán', ellas continuaron inseparablemente unidas. "Ellas". Espera una beba que pronto le cambiará la vida. Quizás tenían razón quienes dictaron la sentencia en aquella primera época: su vida cambiará, estará mucho más completa que antes; habrán nuevas responsabilidades, una persona dependerá de ella; y ya no habrá vuelta atrás... gracias a Dios, ya no hay vuelta atrás. Mientras algunos continúan mirando con malos ojos aquella situación, ella sonríe mientras la espera con mucha ansiedad. Acaricia su panza mientras le canta una canción y la llama por su nombre. Imagina su cara y celebra aquel día en que todo comenzó. Se ríe de aquellas lágrimas que derramó por arrepentimiento. Ahora entiende... todo comienza a tener sentido, no hay nada de qué arrepentirse. Es tiempo de festejar y compartir. Sólo resta agradecer. Ahora son dos.
Con cariño... Para Ailin y Josefina.
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