21/3/12

Reloj

Estoy cansada de que este maldito reloj funcione tan mal. A veces las agujas se mueven a una velocidad fantástica y otras veces se detienen. Estoy convencida de que este reloj no es un reloj cualquiera, en algún rincón debe tener un cerebrito porque juro que me entiende y lo peor es que me odia. Para colmo, me persigue día y noche... va prendido a mi muñeca. Cuando necesito que el tiempo pase rápido, las agujas marcan minutos que duran una hora. A veces le ruego al reloj para que se detenga y el atrevido hace todo lo contrario. Estuve al borde de la locura el fin de semana pasado: me saqué el reloj de la muñeca, lo puse en la mesa, me paré frente a él y entoné el estribillo de esa canción que hizo tan conocida el mexicano más romántico. Recién había comenzado a cantar, iba en el verso: "reloj, detén tu camino" cuando vi la macabra expresión de mi relojito... repentina y velozmente avanzó una hora! está claro que me odia porque no hay forma de que yo haya estado cantándole a un aparatito durante una hora. De todas maneras, quiero contarles que me vengué. Lo cambié. Me compré uno más grande.

4/3/12

Enemigos disfrazados

"No aprenderé nunca a retirarme a tiempo..."

Tengo la mala costumbre (quizás la mala enseñanza) de guardar siempre una silla a mi lado para la desconfianza. Por esto, cuando de verdad brindo mi amistad y mi tiempo a alguien, juro que estoy entregando mi mano con mi corazón latiendo en ella. Entregar mi corazón es compartir mi tiempo, mi historia, mis pensamientos, mis sueños y mis peores pesadillas; entregar mi corazón es decirle a una persona: "podés entregar el tuyo, sé cuánto vale".

Cuánto me dolió entender que me equivoqué... le he abierto mi corazón a una persona que no se merecía que le de mi mano. Pero me hago responsable, porque ofreci mi amistad y seguí ofreciéndola sabiendo que no habría futuro. Nunca hay futuro cuando una persona no entiende la regla básica para la convivencia: cuando hay que hablar de dos, se debe comenzar por uno mismo. Antes de psicoanalizar al otro, tengo que psicoanalizarme yo.

Sólo un enemigo disfrazado de amigo es capaz de utilizar lo que sabe e imaginar lo que no conoce, con tal de destruir a otra persona. Gracias a Dios que las máscaras están hechas de materiales poco resistentes.

Tengo una mezcla de sentimientos: estoy triste porque entregué mi corazón en mi mano y por poco me cortan el brazo; pero también estoy alegre porque pude hacer que el más perjudicado grite... habló mi corazón y dijo lo que tenía que decir.

Me siento tranquila porque he deseado el bien para vos, desde el principio hasta el final. Lamento que no lo hayas podido entender. Me voy tranquila porque sé que merezco amigos de verdad. Vendrán mejores épocas y mejores amigos... sé lo que merezco porque yo sí sé lo que entrego.