25/10/11

Aprender a respirar

Tranquilidad... que sensación única. Quizás por eso sea tan difícil conseguirla. La rutina y los problemas diarios han mantenido mi cabeza tan ocupada que no he tenido tiempo de respirar. Hace algunos instantes me puse a pensar en cómo hice para vivir sin respiración y aún no encuentro una respuesta lógica. Recuerdo aquel día - hace dos meses, quizás - cuando decidí tomar valor, contener el aire y salir al mundo a destruir demonios. Y pasaron varios días... recién me di cuenta que no estaba respirando aún. Fue desesperante la sensación que viví al entender que el oxígeno no estaba entrando a mi organismo desde hacía tanto tiempo. Me costó mucho pero con esfuerzo pude exhalar todo el aire que contuve. Fue como despertar de un largo sueño que bastante se alejó de ser reparador. Fue entonces cuando comprendí que no estuve viviendo, estuve sobreviviendo. Hace poco en la calle encontré un folleto que me llamó demasiado la atención, era acerca de un curso dictado por un grupo de personas que enseñan técnicas para aprender a respirar. Extraño, ¿no? Cualquiera podría asegurar que respirar es el proceso indispensable para vivir y por tal motivo, quienes estamos vivos, sabemos respirar. Lamento contradecir esta afirmación, pero yo misma puedo dar fe de que eso es incorrecto. Acabo de decidir que me anotaré a ese curso.

10/10/11

Cuando pase la noche

Qué linda sensación, ¿no? Mariposas en el estómago. Hacía tiempo que no veía tan feliz a una amiga mía... estaba radiante, con más ganas de vivir que nunca. Y así estuvo hasta que sufrió una inmensa decepción. "¿Qué es esto?" me preguntó desesperada. No era una pregunta dificil, se había enamorado de un principe encantador que pronto se convirtió en un desagradable sapo. "Es normal - respondí - son las consecuencias del riesgo que se corre en el intento de ser feliz de a dos". El hecho de que fuera normal no quitaba que fuera profundamente doloroso; la entendía. "Me duele, necesito que desaparezca", me dijo con una angustia que traspasaba su mirada. Buscando tranquilizarla, le pregunté: "tus mariposas se convirtieron en murciélagos, ¿cierto?"; me miró sorprendida de mis palabras y sonrió sin ganas: "exactamente... son murciélagos y me están destruyendo". Podía sentir lo que ella sentía, los escuchaba revolotear allí, adentro de ella. "No puedo dormir, no puedo comer, no puedo vivir", me confesó. Me quedé pensando... a veces se necesita tocar fondo, morir un poquito para aprender a vivir. Es un proceso que tortura pero que a veces es indispensable. "¿Cuándo voy a dejar de padecer esto?", me dijo con lágrimas en los ojos. "Trata de tranquilizarte... son murciélagos, ¿no? se irán cuando pase la noche". Cuando pase la noche.

6/10/11

Quizás he aprendido a perdonar

He comenzado a creer que a algunas personas les encanta equivocarse. Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Lo peor es que pasada la segunda vez, las piedras son rocas con letreros enormes que dicen: "no pasar por aquí". He conocido personas con un poder de autodestrucción terrible, tan terrible que me duele a mí. Uno no puede o al menos no debería tener la capacidad de reconocer y exteriorizar los problemas para luego decir "está mal, pero lo voy a volver a hacer". No es sano para nadie. Me he dado cuenta que uno no puede ayudar a quien no quiere ser ayudado. Aprendí que el pasado nos marca el alma con fuego y sólo uno tiene el poder de curarse; aprendí que uno es el que decide quien quiere ser. Aprendí a escuchar y a entender sin justificar. Quizás he aprendido a perdonar.