29/3/11

Hoy apenas se atreven a mirarse...

Y ¿quién hubiera imaginado que después de todo hoy apenas se atreven a mirarse?. Se conocieron por casualidad, aquel día que prometía terminar sin sentido alguno. Se conocieron, pero no se gustaron... intensamente se enamoraron. Así de simple es como operan las misteriosas redes del cariño. Es que nació como un cariño que luego se convirtio en un amor indestructible. Comenzaron a soñar juntos dejando que sus almas dialoguen sin temores y desconfianzas. Vislumbraban una vida unidos y lejos de los problemas que aturden al mundo, imaginaban un futuro plagado de proyectos que serían realidad gracias al esfuerzo y las ganas de ambos. Él, desesperado por cuidarla, no la dejaba sola ni un segundo. Ella, desesperada por recordarle a cada instante que lo adoraba, vivía por y para él. A pesar de las miradas envidiosas que aseguraban que se trataba de una relación enfermiza, ellos eran las personas más sinceramente felices que hayan existido. Eran felices a pesar de que el mundo que los rodeaba fuera tan injustamente desafortunado. Eran amantes, eran amigos, eran compañeros y confidentes. Querían cambiar el mundo... pero se olvidaron de intentarlo y de tanto soñar, se quedaron dormidos. Y ese fue el único error que cometieron... soñaban, sólo soñaban. El amor continuaba pero el tiempo pasaba muy rápido... fueron años amándose pero sin cumplir la promesa de vivir juntos en un mundo mejor. Los sentimientos eran maravillosos pero sus vidas seguían tan quietas, tan iguales como siempre. Aparecieron miedos que los dejaron sin aliento. Miedo a no avanzar nunca, miedo a no poder madurar más, miedo a fracasar, miedo a que el amor muera, miedo a no ser capaces de cumplir tantas promesas. Y la decisión más cobarde fue tomada: dejaron de soñar juntos.

Pasó el tiempo y cada uno hizo su vida: ella se enamoró del miedo y él de la cobardía. Se cruzan a diario caminando por las calles que intencionalmente recorren a la misma hora. Apenas se miran: él respira el aire que ella deja a su lado, ese aire le servirá para sobrevivir un día mas sin ella. Ella siente su perfume y ruega poder retener para sí el aroma de aquella fragancia; esa que ella misma le había regalado y que él aún sigue usando. Cuánto amor, cuántas ganas, cuántas promesas, cuánto miedo, cuánta cobardía... ¿Quién hubiera imaginado que después de todo hoy apenas se atreven a mirarse?

16/3/11

Día de lluvia

De nuevo, lluvia. Ya no escribo "desde mi rincón", ahora lo hago desde otro lugar que me ha inspirado una serie de sensaciones extrañas. Se trata de un lugar más solitario aún que de a poco comienzo a conocer y apreciar. Todo cambio conlleva fuertes dolores de garganta provocados por los nudos de la angustia. Admito que este nuevo rincón y la soledad me han angustiado bastante... pero de a poco comienzo a sentir que mi balanza interior vuelve a estar en un aceptable equilibrio. Y no está tan mal.
Los días de lluvia, creo yo, son ideales para estar en casa con las personas que uno quiere... compartiendo comida, charla o cualquier otra excusa para estar bien juntos. Pero esos son días ideales y no todos son así. Hay días de lluvia que nos toca pasarlos en compañía nuestra. En lo personal, la lluvia y yo no nos llevamos tan mal después de todo. Conozco a quienes se deprimen con los días así, más aún estando en soledad... por mi parte, la lluvia saca lo más sensible de mi ser (¿lo más cursi de mí? Quizás; me gusta la idea). Son días muy míos, días que comparto conmigo, con los que no están en este momento conmigo, con los que quisiera que estén. Son días en los que sueño mucho, en los que planifico próximos días de lluvia en compañía de quienes hacen mi vida más completa.
Un día de lluvia es una combinación de sensaciones, algunas más agradables que otras. Un día de lluvia es un día de mucha inspiración para quienes saben aprovechar el mundo interno que existe en cada uno de nosotros.
Aunque, después de todo, ¿para qué negarlo?... Un día de lluvia, sin dudas, es mucho mejor cuando estás vos.