Está acostado en mi cama, con los ojos cerrados. Lo miro... luce tan cómodo, tan relajado. Mientras suena
una de mis melodías preferidas, lo observo y mi mente se va hacia otro lugar,
no sé bien a dónde. Estornudo y el ruido lo despierta, nos despierta. Me mira
y siento que sus ojos están llenos de palabras. Pocas veces he visto una mirada
tan sincera. Ahí está Bilbo. Lo miro a
los ojos mientras me devuelve la mirada y sonrío como si pudiésemos
entendernos. Es increíble que un ser supuestamente "irracional" (porque
yo lo pongo en duda aún) pueda transmitir tanto con una simple mirada. Cómo me gusta
eso de los animales; son tan puros y transparentes. Es fácil darse cuenta lo
que les pasa... un sólo gesto basta para entender si les caes bien o mal, si
están doloridos, si quieren caricias, si tienen hambre, si tienen ganas de
jugar... ¿por qué a los humanos nos cuesta tanto aprender de ellos y ser
transparentes? Imagino que no soy la única persona que pierde tiempo tratando
de entender al resto. Los humanos actuamos de forma poco inteligente y se supone que nosotros somos los racionales: decimos no cuando queremos decir que sí, nos
quedamos cuando nos queremos ir, decimos que estamos bien cuando estamos mal,
simulamos que nos interesa cuando en realidad nos da igual. Mas de una vez hemos dejado a otro preguntándose:
"¿qué habrá querido decir con eso?". Dudo que Bilbo se acerque moviendo
su cola cuando en realidad me tiene bronca. Nosotros sí, porque socialmente
está permitido ser "a veces un poquito hipócritas"... ¿cuántas veces
saludamos con una sonrisa a personas que no nos agradan? ¿o sonreímos cuando
queremos llorar? ¿o hacemos cosas que no tenemos ganas de hacer? lo tenemos todo a nuestro alcance, sabemos cual es el camino pero nos encanta complicarnos la existencia. Y mientras tanto, mientras yo reflexiono tratando de entender el sentido de las cosas, mi perro se volvió a dormir. Bilbo, un ejemplo a seguir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario