19/6/13

Quizás también me limpie a mí

Hace mucho frío y unas finas gotas de agua golpean los techos de la ciudad. Amo los días así para estar en cama mirando una buena película, o para cocinar algo dulce y rico. Ahora que lo pienso, acabo de recordar que ha pasado un buen tiempo desde la última vez que cociné algo así... vaya! sí que ha pasado tiempo. Siempre me interesó saber por qué tengo esta placentera obsesión con los días grises, sé que la mayoría de las personas se deprimen cuando no sale el sol... sin embargo, la lluvia produce en mí una sensación extraña, ¿paz?. Aun no encuentro nada más lindo que asomarme al balcón y escuchar el sonido de la lluvia por la noche. Esa lluvia que, cual canción de cuna, acompaña los sueños de quienes descansan. Generalmente, cuando me tomo un minuto para disfrutar de este hermoso fenómeno, mi mente se adormece.  Tengo una grave dificultad para hacer descansar mis pensamientos; quizás ese sea el principal motivo por el que disfruto tanto la lluvia, ella me inyecta serenidad. Cada vez que llueve y desde hace bastante tiempo, recuerdo las palabras de Serrano: "si se callase el ruido, oirías la lluvia caer, limpiando la ciudad de espectros". Quizás la lluvia no sólo limpie de espectros la ciudad... quizás también me limpie a mí.  

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