Hay una frase que no voy a olvidar nunca. Mi abuelo - un experto narrador de anécdotas - siempre repetía unas palabras que había escuchado hacía mucho tiempo. El "viejo", como lo llamábamos con cariño en casa, había trabajado muchos años en un periódico de Buenos Aires en donde conoció grandes personajes. Siempre contaba la anécdota de un compañero que lo único que hacía era quejarse y repetir esta línea: "Ay mamita querida! vos que sos del 90, la que se viene". Mi abuelo nunca supo con exactitud el sentido de aquello, pero siempre lo imaginamos. Evidentemente la madre de este hombre habría nacido en 1890 y esa frase era la manera de expresar su descontento, su miedo y su mirada pesimista ante el futuro. Pensemos... trabajaba en un diario, rodeado de noticias para publicar ¡¿quién no se asusta?! Lo cierto es que 100 años después de que - supuestamente - nació la madre de aquel hombre, nací yo. Es decir que "la que se viene", se vino y se vinieron varios millones más. Creo que por una cuestión de lógica histórica, se vendrán inclusive muchas más... y por ilógica humana, seguiremos pensando que la que viene será terrible y que no seremos capaces de afrontarla. Pensar que desde 1890 han pasado tantas cosas y tanto tiempo.
19/6/13
Quizás también me limpie a mí
Hace mucho frío y
unas finas gotas de agua golpean los techos de la ciudad. Amo los días así para
estar en cama mirando una buena película, o para cocinar algo dulce y rico. Ahora que lo pienso, acabo de recordar que ha pasado un buen tiempo desde la última vez que cociné
algo así... vaya! sí que ha pasado tiempo. Siempre me interesó saber por qué
tengo esta placentera obsesión con los días grises, sé que la mayoría de las
personas se deprimen cuando no sale el sol... sin embargo, la lluvia produce en
mí una sensación extraña, ¿paz?. Aun no encuentro nada más lindo
que asomarme al balcón y escuchar el sonido de la lluvia por la noche. Esa
lluvia que, cual canción de cuna, acompaña los sueños de quienes descansan.
Generalmente, cuando me tomo un minuto para disfrutar de este hermoso fenómeno,
mi mente se adormece. Tengo una grave
dificultad para hacer descansar mis pensamientos; quizás ese sea el principal
motivo por el que disfruto tanto la lluvia, ella me inyecta serenidad. Cada
vez que llueve y desde hace bastante tiempo, recuerdo las palabras de Serrano: "si se callase el ruido, oirías la lluvia caer, limpiando la ciudad de
espectros". Quizás la lluvia no sólo limpie de espectros la ciudad... quizás
también me limpie a mí.
6/6/13
Un ejemplo a seguir
Está acostado en mi cama, con los ojos cerrados. Lo miro... luce tan cómodo, tan relajado. Mientras suena
una de mis melodías preferidas, lo observo y mi mente se va hacia otro lugar,
no sé bien a dónde. Estornudo y el ruido lo despierta, nos despierta. Me mira
y siento que sus ojos están llenos de palabras. Pocas veces he visto una mirada
tan sincera. Ahí está Bilbo. Lo miro a
los ojos mientras me devuelve la mirada y sonrío como si pudiésemos
entendernos. Es increíble que un ser supuestamente "irracional" (porque
yo lo pongo en duda aún) pueda transmitir tanto con una simple mirada. Cómo me gusta
eso de los animales; son tan puros y transparentes. Es fácil darse cuenta lo
que les pasa... un sólo gesto basta para entender si les caes bien o mal, si
están doloridos, si quieren caricias, si tienen hambre, si tienen ganas de
jugar... ¿por qué a los humanos nos cuesta tanto aprender de ellos y ser
transparentes? Imagino que no soy la única persona que pierde tiempo tratando
de entender al resto. Los humanos actuamos de forma poco inteligente y se supone que nosotros somos los racionales: decimos no cuando queremos decir que sí, nos
quedamos cuando nos queremos ir, decimos que estamos bien cuando estamos mal,
simulamos que nos interesa cuando en realidad nos da igual. Mas de una vez hemos dejado a otro preguntándose:
"¿qué habrá querido decir con eso?". Dudo que Bilbo se acerque moviendo
su cola cuando en realidad me tiene bronca. Nosotros sí, porque socialmente
está permitido ser "a veces un poquito hipócritas"... ¿cuántas veces
saludamos con una sonrisa a personas que no nos agradan? ¿o sonreímos cuando
queremos llorar? ¿o hacemos cosas que no tenemos ganas de hacer? lo tenemos todo a nuestro alcance, sabemos cual es el camino pero nos encanta complicarnos la existencia. Y mientras tanto, mientras yo reflexiono tratando de entender el sentido de las cosas, mi perro se volvió a dormir. Bilbo, un ejemplo a seguir.
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