"Tenés que comprender que no puse tus miedos donde están guardados, y que no podré quitártelos si al hacerlo me desgarras". Obra maestra. Pensar que en una relación lo más difícil es que ambas partes dejen sus miedos de lado y tan solo confíen. Confiar... nos enseñaron a "no confiar en nadie para no salir lastimados". Cuánta cobardía! Y ahí está él o ella tratando de hacerte entrar en razón: "tenés que comprender que no puse tus miedos donde están guardados". Y lo sabés - muy en el fondo - sabés que él o ella no puso tus miedos allí, los pusiste vos, vos permitiste que se alojaran adentro tuyo. Y seguís ahí, pensando si deberías escuchar a tus fantasmas o escuchar a la persona que tenés delante tuyo. Sabés que él o ella podría ayudarte a espantar esos fantasmas .. y si él o ella tan sólo alimenta a los espectros? Miedo, tanto miedo. El punto es que... pensálo. Si no confias, vas a sufrir eternamente; la desconfianza es la aliada más amarga. Y si confias, existe la posibilidad de que sufras; escuchaste bien: "existe la posibilidad", es decir que hay otras posibilidades. También está la posibilidad de que deposites tu confianza en él o ella y logres sentir ese glorioso estado de paz. Yo creo que el que no arriesga no gana, así que decidí arriesgar. Y vos?
30/3/13
27/3/13
Mi vida con gatos
Es que me gustan, me encantan. Para ser sincera, confieso que los malcrío; no lo hago a propósito, pero así me sale. Nunca conocerán una mascota mia que se comporte "como corresponde", se comportan como quieren, como les sale. Mi hobbie, hoy por hoy, es malcriar gatos (aún no he comenzando con los perros). Quienes me conocen suelen pensar que estoy loca y que me encanta llenarme de "problemas". Cuando traje a Felipe a vivir conmigo me propuse "educarlo" (ya había malcriado a Bella, otra gatita). Cuando llegó a casa era una miniatura, tuve que ayudarlo para que aprendiera a comer. Era tierno a más no poder, me conquistó y así fue como perdí "el control". Los ojos de Felipe son tiernamente hipnotizantes (con la foto quizás me entiendan un poco mejor). Convirtió un monoambiente en una jungla: mis muebles se convirtieron en árboles; mis cortinas, en lianas; mi balcón, en su mirador; y mi cama, en su hogar. Cambió mis horarios porque él prefería dormir por las tardes y jugar por las noches. Más de una vez tuve que explicarle a la gente que las marcas en mis brazos no eran lo que pensaban, eran las uñas de mi gato. Se supone que uno debe tener poder y control sobre sus mascotas... pero juro que lo he intentado sin éxito. Es que decirlo ya suena mal: "tener control sobre mis..." ¡cuánta posesión!
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