Más de una vez, entendemos con claridad que "es hora de cerrar este capítulo". Pero cerrar capítulos no es asunto sencillo... preferimos mirar para otro lado, no reflexionar, dejar el libro abierto y la lectura en suspenso. Cerrar capítulos es una tarea muy dolorosa, es ponerle fin a una situación que se escapó de nuestras manos, es decirle basta a algo que nos hizo bien pero ahora lastima demasiado. Cerrar capítulos es enfrentarnos con un cuento de terror, convertirlo en una comedia y dejar el libro bajo tierra. Llorar, reir y olvidar.
Solía dejar capítulos sin cerrar hasta que entendí que los personajes de aquellos finales abiertos perjudicaban las historias de mis capitulos nuevos. Y dije basta.
Ya no hablo de "capítulos", ahora hablo de "libros". Sí, escribir historias en un mismo libro no es lo más sano. Es preferible comenzar desde cero, sin que los viejos personajes y las tormentosas tramas empañen las historias presentes.
Cerrar capítulos - para algunos-, cerrar libros - para mí -, nos llena de una tranquilidad que cuesta mucho conseguir. Con dolor, pero aliviados, con la tristeza del final y la esperanza de un nuevo inicio, secamos nuestras lágrimas (de angustia y alegria) y miramos hacia adelante.